sábado, 14 de noviembre de 2009

Agravio en rojiblanco





Parece ser que la Federación Española de Fútbol no mide con el mismo rasero a todos los clubes del fútbol español, algo que resulta inaceptable. Pero lo cierto es que existen una serie de equipos que cuentan con unos privilegios que los hacen estar por encima de las normas y ser casi intocables a los ojos de los comités.

Para comprobar esta afirmación no hay que irse demasiado lejos. En la pasada jornada, Pellegrini recibió el impacto de un objeto en el ojo durante el derbi entre los dos equipos de la capital de España. El partido se tuvo que detener para que los médicos atendiesen al entrenador del Real Madrid. No se sabe aún si fue una moneda o una piedra lo que se lanzó desde la grada del Calderón, pero lo cierto es que llegó a impactar en el rostro del técnico chileno, quien aguantó el tipo quedándose en pie. Lo más grave de este asunto es que todo apunta a que el Atlético de Madrid va a quedar impune y no va a recibir ningún tipo de sanción por parte de la Federación. Y eso que el Calderón es un estadio reincidente, al que incluso la UEFA llegó a clausurar por incidentes en un partido de Champions ante el Olimpique de Marsella. Pero en España parece que ni la pedrada a Pellegrini ni el apercibimiento que pesa sobre el estadio de los colchoneros son motivos suficientes para el cierre del estadio del Manzanares. Simplemente, vergonzoso.

Lo peor es que con estas actitudes, se demuestra que para la Federación hay clubes de primera y de segunda, y no precisamente por la categoría donde militan. Estos favoritismos del ente que de forma caciquil preside Ángel Villar suponen un nuevo agravio comparativo para algunos clubes a los que se les ha castigado hasta la saciedad por hechos que tienen la misma o ,incluso, menos gravedad que los ocurridos en el Calderón. Entre esos equipos constantemente damnificados están los dos de nuestra ciudad, Betis y Sevilla, que han tenido que aguantar exilios forzosos mientras que estadios como el Nou Camp, el Reyno de Navarra o Anoeta, como ya denunció en su día EL DUENDE CRÍTICO, quedaron libres de castigo incomprensiblemente.

Por el bien del fútbol español, la Federación y los comités deberían mojarse más al tratar estos asuntos y ser inflexibles en los castigos, independientemente del nombre del equipo implicado. Si se siguen permitiendo y pasando por alto episodios como los del Calderón será complicado atajar los actos violentos en algunos estadios. No cabe más perdón. Cierre del Calderón, ya.

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