domingo, 30 de noviembre de 2008

Yin Yang


Aplicando la filosofía oriental, se puede decir que el Betis a estas alturas de la temporada está sumido en su particular Yin Yang, ya que los resultados en las pareclas deportiva e institucional son bien distintos.

En lo positivo, hay que destacar el plano deportivo del equipo verdiblanco. Chaparro ha logrado que el Betis esté considerado como una de las revelaciones de esta Liga, ya que tiene situado en la parte media alta a un equipo por los que muchos no daban un duro al principio de la temporada. Además de conseguir una tranquilidad que hacia tiempo que no se respiraba por la Palmera, ha conjugado un equipo que hace un fútbol de muchos quilates, de los mejores de la competición en estos momentos. En lo deportivo la cosa rueda tan bien que ya no es descabellado pensar en la posibilidad de terminar la temporada luchando por los puestos que dan acceso a Europa. Lógicamente esta situación ha inyectado grandes dosis de ilusión a la sufrida afición bética, que hacía bastante tiempo que no disfrutaba con su equipo.

En contraposicón con la parcela deportiva está la parcela institucional. El Betis, por desgracia, como institución sigue siendo un verdadero caos.En los últimos meses se están dando casos que rayan el surrealismo y lo absurdo. Sirva como ejemplo la primera sesión de la junta de accionistas que se celebró el lunes pasado. Aquello terminó en una verdadera trifulca, incluso algunos accionistas fueron coaccionados por miembros ultras de Supporter Sur, quienes, para más inri, portaban simbología nazi. En una plabara, lamentable. Lo peor de todo es que esto es una demostración de la forma caciquil y dictatorial en la que funciona el Betis con su actual presidente, en el que la libertad para expresarse de los que se oponen al "régimen" queda totalmente coartada. Por otra parte, está semana la pantomima de la venta a B-Sport llegó a su fin al entrar la justicia en el tema. No se sabe a quien pretendían engañar con tan torpe jugada.

Ciertamente, lo más importante es que el equipo vaya bien y cumpla sus objetivos en el plano deportivo. Pero es una pena para el Betis y el beticismo la imagen de club que se está dando en el exterior.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Cuestión de puntería



Tras estar dos semanas buceando por la legislación para preparar el infame examen de oposición de la RTVA, me encuentro con una noticia que afecta a la segunda división del fútbol español pero que supone una nueva afrenta para los equipos sevillanos.

Hace 15 días en el partido Real Sociedad- Eibar, que tuvo que ser suspendido cuando quedaban pocos minutos para su finalización con el resultado de empate a cero, el entrenador local, Juanma Lillo, recibió el impacto de una lata de refresco en la cabeza. El impacto lo dejo KO y le produjo una brecha cerca del ojo. Lógicamente la lata no iba contra él sino contra el colegiado que en el momento del lanzamiento se encontraba cerca del banquillo txuri urdin. Pero esta acción tan grave sólo fue sancionada por la Federación Española con 1.000 euros de multa y apercibimiento de cierre. Algo realmente ridículo para la gravedad de los hechos.

La acción de Anoeta fue idéntica a la que se produjo en temporadas anteriores con Juande Ramos y Armando en el Ruiz de Lopera, con la salvedad de que en ese caso alcanzó a integrantes del equipo rival. Como se sabe el Real Betis fue sancionado con el cierre del estadio en las dos ocasiones. La Federación se mostró inflexible ante los hechos, que por otra parte, y eso no se discute, fueron suficientes para decretar el cierre. Pero lo que no se entiende es porque ocurre lo mismo en otros campos del fútbol español y no se castiga con la misma dureza. No se sabe muy bien que es lo que la Federación sanciona si el hecho en sí o la puntería del aficionado. De risa.

Lo cierto es que los clubes andaluces, y más concretamente los sevillanos están sufriendo desde hace algunos años un agravio comparativo por parte de la Federación Española de Fútbol. Curiosamente se han cerrado el Sánchez Pizjuán y el Ruiz de Lopera, pero no el Calderón o el Camp Nou, en los que en los últimos años se han producido actos violentos sin castigo alguno. Por ello, los equipos andaluces y los sevillanos deberían hacer un frente común para que no se produzcan más injusticias de este tipo en un futuro. Aunque ya se puede sumar otro agravio más de Villar a esta larga lista. ¡Cierre de Anoeta, ya!

domingo, 2 de noviembre de 2008

El mundo al revés


Estupefacto se quedó todo el mundo del fútbol con las declaraciones que realizó Mijatovic a la finlización del partido del Real Madrid contra el Athletic de Bilbao. El balcánico dijo ante los micrófonos de Canal Plus que estaba preocupado por la actuación de los árbitros porque estaban perjudicando al equipo merengue en las últimas jornadas. Ver para creer. El Real Madrid con quejas hacia los árbitros. Es el mundo al revés, como si el equipo blanco fuese, con todos mis respetos, el Numancia o el Osasuna.

El arbitraje del pasado domingo en el Bernabeu fue nefasto y perjudicó a los dos equipos no sólo al Madrid, que por cierto debió de terminar el partido con algún jugador expulsado. Por ello, las declaraciones del director deportivo están fuera de lugar. Además sus palabras han tirado por los suelos la categoría y la grandeza de la que hace gala el club al que representa. Lo que realmente debería preocupar a Pedja no son los árbitros sino el juego mediocre que realizan los merengues, a los que cuesta dios y ayuda sacar los resultados ante rivales muy inferiores.

Pero ni el Real Madrid, ni ninguno de los equipos grandes tienen demasiados motivos, ni derecho moral para quejarse de los arbitrajes, ya que a lo largo de la temporada las decisiones arbitrales suelen beneficiarles más que perjudicarles.

La Liga es larga y el Madrid se verá beneficiado más de una vez por los colegiados. ¿Qué dirá entonces Mijatovic? ¿Saldrá para decir que el árbitro les ha beneficiado? Poco probable parece. Una vez más los grandes deberían aprender de la humildad y la clase de otros equipos, a los que se le perjudica demasiado pero que se quejan poco.